jueves, 28 de junio de 2012

¿Y si...

¿Recuerdas la primera vez que paseamos por aquí? Era noviembre y hacía frío aunque el sol brillaba. Recorrimos todo este parque y nos reímos mientras observábamos cómo se perseguían las ardillas. Es uno de los mejores recuerdos que conservo.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Hemos visto pasar otro par de otoños, con sus lluvias incluídas y, como dice la canción, es difícil mantener una vela bajo la fría lluvia de noviembre.

Lo teníamos todo planeado. Escaparíamos de nuestra pequeña prisión rodeada de agua para buscar una vasija de oro al otro lado del mundo. Tù lo hiciste primero y, en cuanto pude, me reuní contigo. Una nueva vida, juntos, lejos de todo lo que conocíamos pero en el corazón de todo lo que deseábamos. Nos comeríamos el mundo entre los dos. Bueno, entre los tres. No podíamos dejar atrás a nuestra pequeña. Ella se adaptó muy bien porque estaba junto a nosotros. Lástima que nosotros no nos adaptáramos igual de bien el uno al otro.

Tú terminaste tus estudios, yo conseguí un buen trabajo y, con el paso de los meses empezamos a ser más tú y yo y menos nosotros. Tu energía se evaporó mientras mi apatía aumentaba. Tus palabras cortantes aumentaban mis silencios. Levantaste un alambre de espino que me arañaba cada vez que intentaba acercarme. Las únicas arrugas que se formaban en nuestras sábanas eran debidas a los giros de mi cuerpo al intentar conciliar el sueño. La pequeña dejó de corretear junto a nosotros para pasarse el día durmiendo, acurrucada para resguardarse del frío; ese frío que lo inunda todo a pesar de ser verano.

Entonces apareció ella. No la buscaba, simplemente apareció entre mucha gente. Conectamos enseguida. En cierto modo, me recordaba a ti, a tu forma de ser cuando caí rendido a tus pies. Igual de salvaje pero mucho más centrada; aquí y ahora, sin escapar hacia el futuro más de lo necesario. De repente, mi sonrisa volvió a aflorar. No la que llevo en mis labios, sino la que sale de mi mirada. Así fue como me di cuenta. Hay algo que no está bien; algo que dejó de estar bien hace tiempo a fuerza de la costumbre y el apego.

Sabía que ibas a preguntármelo. No, no ha pasado nada. ¿Que si me gustaría que pasara? No lo sé. Tal vez sí. Pero tengo claro que no quiero que pase mientras tú y yo estamos juntos; por eso he querido venir aquí para hablar contigo.
No, no te empeñes en eso. Esto no ha sucedido por ella, sino por ti y por mí. Ella sólo ha sido la chispa que me ha hecho abrir los ojos y darme cuenta de que ya no soy feliz. No así, no contigo. He pasado una época maravillosa a tu lado, pero ya se acabó. He de seguir mi camino y dejar que construyas el tuyo.
No, no voy a ir detrás de ella. Nunca he ido detrás de nadie y no voy a empezar ahora; me conoces de sobra como para saber eso. Me voy conmigo mismo para aprender a disfrutar de mí. Es mi momento.

Adiós. Sé feliz.


A veces, las cosas suceden cuando menos te lo esperas. A veces, no suceden como a ti te gustaría. A veces, ni siquiera suceden. ¿Y si nada hubiera pasado? ¿Y si todo hubiera sido de esta manera? ¿Y si...

El destino nos da regalos que, a veces, no somos capaces de apreciar hasta que no los miramos con perspectiva. A mí, me regaló tiempo, y el tiempo es un gran tesoro que no hay que malgastar.



"El amor empieza con los ojos y termina con la costumbre"

No hay comentarios:

Publicar un comentario