lunes, 8 de septiembre de 2014

Chispa


De repente miro a mi alrededor y te escucho sin verte; oigo tu risa, siento tus pasos cuando corres, huelo tu pelo... Me giro pero no estás aunque me parece verte.
Camino por la casa, toco los muebles, abro los armarios y los cajones pero no encuentro nada; solamente vacío, como el que retumba en mi interior, haciendo que el eco de tu voz se amplifique y me haga sonreir. Es un eco suave, me acaricia y me arropa. No me araña como un tigre; me envuelve como una cálida manta, como un peluche que te abraza y seca tus lágrimas.

No hubo pistolas ni espadas; no hubo malos sentimientos ni malas intenciones pero aún así, sangrábamos. Nuestras almas heridas se revolvían en nuestro interior generando tensión, atenazando nuestros corazones que lloraban en silencio porque no podían hablar. Porque hablaban distintos idiomas a pesar de amarse más que a nada. Qué curioso. A veces el amor no lo puede todo. O sí. El amor ha hecho que sigamos nuestros caminos sin rencor, queriéndonos como el primer día, tranquilos, en paz.

Respiro y aunque aún sienta unas frías cosquillas en el estómago al cruzar la puerta, sigo adelante paso a paso, buscando esa chispa que una vez encendiste. Sé que cada día que pase brillará más y el frío se transformará en un punto de calma que hará que mis labios se curven en una sonrisa recordando nuestra felicidad. :)

“Después de la lluvia, el suelo se endurece”