viernes, 31 de agosto de 2012

Deportes de riesgo

Hola, pequeñuel@s!

Después de un tiempo prudencial de ocultamiento para prevenir las represalias contra mis últimas entradas (que leyeron 4, incluyéndome a mí), vuelvo a escribir porque sí, porque me apetece, ¡porque yo lo valgo, copón!
Así que, aprovechando el final de las Olimpiadas, voy a retomar mi tono humorístico hablando de los... Chanchanchaaaan... ¡Deportes de riesgo!

Pero no voy a hablar de los clásicos, como el Puenting, el Parkour o, la última moda de selección natural urbana: el Balconing (te queremos, Darwin), sino de esos deportes extremos que todos practicamos en nuestra vida cotidiana. Ejemplos van:

- Las rebajas. ¡Madre del amor hermoso! Intentar aprovechar la bajada de precios de la ropa y el calzado puede ser jugarse la vida. Las doñas, también conocidas como ñoras, esos seres que pueblan las tiendas esperando agazapadas para quitarte el artículo que estás a punto de adquirir al grito de "¡Eso es mío, que yo lo ví antes!", son seres despiadados que no dudarán en cercenarte un miembro con tal de llevarse una ganga. En serio, prefiero cazar caimanes con una pandereta...

- Viajar en transporte público. ¿Competiciones de apnea? ¡Bah! Estar 10 minutos debajo del agua es una minucia comparado con viajar en tranvía/metro/guagua (autobus, para los profanos). La gente puede desprender vaharadas de nauseabundos olores, ya sea a las 10 de la noche como a las 8 de la mañana. A ver, señores, el desodorante y la colonia es algo que se usa para perfumarse ¡DESPUÉS DE HABERSE LAVADO UNO! En serio, entre ese aroma y los meneos del conductor del vehículo en cuestión, echar la papilla puede ser harto sencillo.

- Abrir un envase. Abrefácil... ¬¬ ¡ABREFÁCIL MIS PELOTAS! Estoy seguro de que los fabricantes ponen algún tipo de dispositivo de observación en cada envase para descojonarse de todos nosotros, pobres usuarios crédulos que caemos en sus vacuas promesas. Ya no hay amor fraternal... Si nos abrazáramos más y los abrefáciles funcionaran, estoy seguro que el mundo iría mejor.

- Tener una hipoteca. ¿Hace falta comentar algo?

- Educar a un adolescente. Niños... Cuando son pequeños dices "ay, es que está pa comérselo" y cuando crecen piensas "¿por qué no me lo habré comido?". Los adolescentes son esos bichos que hacen siempre lo contrario de lo que les sugieres y que, sistemáticamente intentan sacarte de quicio, ya sea llegando a las 5 de la madrugada cuando su hora de regreso eran las 12 o llegando al coma etílico o, lo más frecuente, llegando a ambos a la vez. Esta especie ha digievolucionado de forma inversa, es decir, antes eran cojoneros pero es que hoy en día son para matarlos dos o tres veces. Y puede que ahí esté la solución... Exacto, esa que estais pensando. La misma que para los abrefáciles. Más abrazos, más valores, más diálogo y más comprensión, que todos hemos pasado por esa etapa y la gran verdad es que la inmadurez es una enfermedad que se cura con el tiempo. Así que, tiempo al tiempo. Déjalo pasar, que todo pasará. Hay un momento para cada cosa y una cosa para cada momento.

- El ajedrez. Sí, es un gran juego que te obliga a pensar detenidamente cada jugada, a anticiparte a la estrategia del contrario y a estar atento al mínimo despiste para abalanzarte sin piedad sobre tu rival. Si no juegas bien, puedes acabar devorado, pero, si logras superar las defensas de tu oponente, disfrutarás de un gran banquete. Aunque, como en todo juego, ambos contrincantes ganan si la partida es justa.
Entonces, ¿por qué es un deporte de riesgo? Sencillamente, porque puede causar mucha adicción ;)

Y hasta aquí mis divagaciones de hoy. Sed mal@s :)

"Nada hiere como tu boca"