viernes, 4 de mayo de 2012

Juguetes

Hay tres tipos de tiendas de las que te costaría mucho hacerme salir: tiendas de instrumentos musicales, librerías y jugueterías. Cada vez que entro en alguno de estos mágicos lugares es como si me tragara un vórtice y el tiempo se detuviera, ya sea acariciando cuerdas, perdiéndome entre palabras o imaginando todo tipo de escenarios donde muñecos, peluches y robots viven increíbles aventuras.

Desde pequeño me han fascinado los juegos y juguetes. Tenía una gran colección, tanto de juegos de mesa como peluches y figuritas de acción. Aunque me encantaba jugar a juegos de mesa, la mayor parte del tiempo lo pasaba jugando solo con mis muñecos, ya que no siempre había alguien con quien jugar y, a veces, era incluso más divertido y yo lo prefería así porque, de esta forma, evitaba que mis juguetes se rompieran.
Una vez me enseñaron que, si algo se rompe, a veces no se puede arreglar o sustituir, así que tomé nota y siempre cuidé mucho mis juguetes; tanto que mi sobrino heredó muchísimos y aún conservo algún trocito de mi niñez en casa. Qué le vamos a hacer; soy un niño grande (que no un niñato... esos obran de otra forma).

Después de ver "Toy Story" hace poco, reparé en una cosa: en la peli se le da protagonismo y personalidad (con algunas excepciones) a los juguetes con forma humana o animal pero, ¿qué pasa con los demás? Concretamente, se me ocurrieron tres juguetes de mi infancia cuyo trabajo agotaría a cualquiera:
- La peonza o trompo, para los canarioparlantes. Este pobre ser se pasa el día dando vueltas y vueltas sobre sí mismo para no llegar a ninguna parte.
- La pipa o cachimba con pelotita. Imagínate tener a alguien todo el día soplándote el culo para que se te suban las bolas...
- La raqueta con pelota atada por una goma. Este es el más interesante, sin duda. La pobre pelota no puede escapar de ninguna forma de que le aticen. Es más, se podría incluso pensar que es la propia pelota, en un acto de masoquismo extremo, la que va a buscar que la golpeen.

Si yo fuera estos juguetes, dejaría de dar vueltas, no dejaría que nadie me soplara el culo y rompería el elástico que me obliga a darme coscorrones contra lo mismo una y otra vez. Pero claro, yo soy muy rebelde y no soy ningún juguete, así que todo queda en una de esas películas que hacen tanto daño y no son nada productivas; las que yo llamo "y sis". Así que, ¿y si dejamos de jugar e inventar tonterías y nos vamos a descansar?

Buenas noches, pequeñuelos ;)

"Quien no tiene pelo no puede llevar trenza"